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Los riesgos de conducir en “piloto automático”

¿Alguna vez te ha pasado llegar a tu destino conduciendo y no acordarte de tus movimientos? No eres el único. Esto tiene una explicación y se llama “automatismo” o, como le solemos llamar también, conducir en “piloto automático”.

Este concepto se trata de un fenómeno muy común que aparece cuando repetimos mucho una misma ruta o tarea. Nuestro cerebro, por ahorrar energía, entra en un modo automático, en el que dejamos de prestar atención consciente a lo que hacemos. Lo negativo de esto es que, aunque pueda parecer inofensivo, este tipo de conducción puede aumentar el riesgo de cometer errores graves sin darnos cuenta.

- Disociación leve. Es una especie de desconexión mental. El cuerpo está ahí, pero la mente, no tanto. Así es como podemos conducir durante minutos sin recordar nada del trayecto.

- Ceguera por falta de atención. Aunque nuestros ojos vean un semáforo en rojo, si estamos distraídos pensando en otra cosa, el cerebro puede no procesar la señal y saltársela.

- Deslizamiento de hábito. Cuando hacemos algo por costumbre, aunque en ese momento no sea lo correcto, como por ejemplo,  avanzar sin mirar porque “a esa hora siempre está en verde”.

La clave para evitar que esto nos ocurra habitualmente está en alterar la rutina. Cambiar de ruta de vez en cuando, dormir bien antes de conducir, hacer pausas en trayectos largos y evitar distracciones como el móvil o la música excesivamente alta.

Es cierto que hoy en día, muchos coches incorporan sistemas de asistencia a la conducción que sirven como apoyo extra. Algunos ejemplos son el asistente de mantenimiento de carril, la frenada automática o el control de crucero adaptativo. Pero, aunque son herramientas útiles no sustituyen a una conducción atenta.

En definitiva, aunque conducir es una tarea que con el tiempo nos puede parecer automática, no debemos bajar la guardia en ningún momento, seamos noveles o no. La rutina puede jugar en nuestra contra y provocar situaciones peligrosas en cuestión de segundos. Por eso, mantenerse alerta, introducir pequeños cambios en nuestros trayectos y cuidar nuestro estado físico y mental antes de ponernos al volante son claves para una conducción segura.

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