Aunque aún no haya llegado el invierno, en otoño las mañanas y noches más frescas provocan un fenómeno muy común: los cristales del coche que se empañan de repente. Esta situación puede aparecer en cuestión de segundos y supone un riesgo importante para la seguridad vial, ya que reduce la visibilidad y aumenta las probabilidades de accidente. Te lo contamos en el artículo de hoy.
El empañamiento se produce cuando la humedad del interior del vehículo se encuentra con el aire frío del exterior, condensándose sobre los cristales. Para evitar sustos, lo primero es mantener el coche bien ventilado. Abrir ligeramente una ventanilla unos segundos antes de arrancar ayuda a equilibrar la temperatura y la humedad.
Al iniciar la marcha, activa la calefacción o el aire acondicionado en modo desempañador, dirigiendo el flujo de aire hacia el parabrisas y las ventanillas laterales. Ajustar la temperatura de forma progresiva evita cambios bruscos que, además de incómodos, pueden empeorar la condensación. Mantener limpia la superficie de los cristales también reduce la formación de vaho, ya que cualquier residuos de grasa o polvo facilitan que la humedad se adhiera.
Un truco sencillo es usar paños de microfibra o toallitas especiales para secar los cristales de manera rápida si el vaho aparece de forma inesperada. Evita abrir las puertas de golpe para ventilar, ya que puede desestabilizar la temperatura y causar más condensación.
Además, planificar con un poco más de tiempo los desplazamientos matutinos te ayudará a no tener que conducir con prisa mientras limpias los cristales, reduciendo el estrés y aumentando la seguridad.
Recuerda, en otoño los cambios de temperatura y la humedad pueden sorprendernos al volante, pero con unos hábitos sencillos y precauciones básicas, es posible conducir con visibilidad óptima y mantener la seguridad tanto propia como de los demás usuarios de la carretera.
