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Redes sociales y conducción

Las redes sociales se han convertido en un espacio omnipresente, especialmente para los jóvenes. Gran parte de este público las utiliza a diario no solo para entretenerse o conocer gente, sino también como fuente principal de información e inspiración. Sin embargo, la búsqueda de “likes” y visualizaciones puede convertirse en un riesgo cuando la viralidad se alimenta de comportamientos peligrosos, especialmente al volante.

Cada vez son más frecuentes los casos de conductores que graban maniobras temerarias, exceso de velocidad o accidentes para ganar notoriedad. La combinación de la búsqueda de reconocimiento social, la exposición constante a este tipo de contenidos y la sensación de impunidad puede normalizar conductas de riesgo. Los comportamientos que se muestran en redes como conducir a gran velocidad, saltarse normas de tráfico o distraerse al volante pueden influir especialmente en los jóvenes, que todavía están desarrollando el autocontrol y son más sensibles a la recompensa social que ofrece la popularidad online.

La influencia no se limita a la velocidad o la conducción temeraria. También se observa un aumento de comentarios hostiles y agresivos en redes vinculados a la conducción, que fomentan la violencia vial. La exposición continuada a mensajes que justifican conductas imprudentes o que deshumanizan a otros usuarios de la vía puede disminuir la percepción del riesgo y generar un clima de agresividad, impulsividad y comportamientos temerarios en la carretera.

Aunque no todo es negativo. Existen perfiles que buscan educar y concienciar sobre seguridad vial. Estos creadores de contenido combinan información normativa y consejos prácticos con la explicación de los riesgos reales de la carretera. Su labor es especialmente importante porque contrarresta la desinformación y ayuda a normalizar hábitos seguros, promoviendo un uso responsable de los vehículos y un comportamiento respetuoso con todos los usuarios de la vía.

El desafío es claro: mientras las redes premian la viralidad, los conductores, sobre todo los más jóvenes, deben aprender a diferenciar entre entretenimiento y riesgo real. La educación, la concienciación y la supervisión son herramientas fundamentales para que la influencia digital no se traduzca en tragedias en la carretera. Los adultos, las instituciones y los propios usuarios tienen un papel activo en frenar las conductas peligrosas, fomentando una cultura de respeto y responsabilidad al volante.


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