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Conducir sin prisa salva vidas

Cada día, al salir a la carretera, parece que todo el mundo tiene prisa. Entre atascos, pitidos, adelantamientos impacientes y conductores que parecen competir contra el reloj, mantener la calma se convierte en un auténtico reto. Sin embargo, hacerlo no solo es una muestra de madurez al volante, sino también una garantía de seguridad.

La prisa es uno de los grandes enemigos de la seguridad vial. Cuando se conduce bajo presión, aumentan las distracciones, se toman decisiones impulsivas y los errores aparecen con más facilidad. Frenar tarde, adelantar sin necesidad o responder con un gesto a otro conductor pueden parecer acciones pequeñas, pero son las que acaban marcando la diferencia en la carretera. No se trata de ir lento, sino de hacerlo con criterio, respetando las normas y entendiendo que llegar un poco más tarde es siempre mejor que no llegar.

Los datos más recientes de la DGT para 2025 indican que la velocidad indebida es un factor importante en los accidentes de tráfico, estando implicada en el 30% de ellos y causando el 26% de los fallecimientos. Aunque las cifras de siniestralidad del verano de 2025 muestran un descenso en el número total de fallecidos en carretera respecto al año anterior, la velocidad inadecuada sigue siendo una causa principal de siniestros, especialmente de las salidas de vía, que son el tipo de accidente más letal.

Por tanto, para mantener la serenidad en medio del tráfico, lo primero es planificar con tiempo. Salir unos minutos antes reduce la sensación de urgencia y ayuda a conducir de forma más consciente. También es importante crear un ambiente cómodo dentro del vehículo: ajustar la postura, mantener una temperatura agradable y, si lo prefieres, poner una música que te relaje. La conducción tranquila se construye también desde esos pequeños detalles.

Y, sobre todo, es importante recalcar que el comportamiento de los demás no está bajo nuestro control. Si alguien te presiona, te adelanta de forma brusca o te pita, lo mejor que puedes hacer es mantener la calma. Responder con la misma actitud solo alimenta el estrés y el riesgo.

En resumen, conducir tranquilo no significa tomárselo con desgana, sino con responsabilidad. Como se observa en las cifras actuales de siniestralidad, las decisiones que tomamos al volante tienen un impacto y la serenidad puede salvar vidas en momentos de estrés. Así que, ya sabes, en un mundo donde todos corren, conducir sin prisa es, sin duda, una forma de sabiduría vial.

 

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