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6 manías que pueden cargarse tu coche

Conducir se convierte en algo que hacemos de forma tan automática, sin darnos cuenta, podemos caer en manías que no solo son poco recomendables, sino que además pueden dañar nuestro vehículo. En el artículo de hoy, repasamos seis manías muy comunes al volante que pueden perjudicar a tu vehículo con el tiempo.

1. Mano en el cambio de marchas

Lo vemos a diario durante las prácticas la manía que tienen muchos alumnos de apoyar la mano en la palanca de cambios. Por eso, desde el principio intentamos recordárselo al alumnado para que no se convierta en un hábito. ¿Por qué? Porque además de restarte agilidad ante un imprevisto, ese gesto constante ejerce presión sobre los mecanismos internos del cambio, lo que puede provocar un desgaste precoz. Ya sabes, mejor ambas manos al volante.

2. Música para amenizar el camino, pero ¿a todo volumen?

A todos nos gusta un buen temazo para amenizar el trayecto, pero llevar la música demasiado alta puede aislarte de lo que ocurre a tu alrededor: ambulancias, claxon, incorporaciones complejas… Detalles clave para reaccionar a tiempo y evitar accidentes.

3. Apagar el motor nada más parar el vehículo

Es recomendable esperar unos segundos antes de apagarlo tras un trayecto, especialmente si ha sido largo. De esta manera das tiempo a que el turbo se enfríe y evitas que el aceite se quede carbonizado dentro, lo que a largo plazo puede dañar gravemente el sistema.

4. Acelerar con el motor frío

El motor necesita unos minutos para alcanzar su temperatura óptima de funcionamiento. Acelerar en frío es una de las peores formas de tratar al coche: multiplica el desgaste interno y reduce su vida útil.

5. Embrague pisado en los semáforos

Muchos lo hacemos por comodidad o sin darnos cuenta, pero mantener el pedal del embrague pisado mientras esperas en un semáforo somete al sistema a un esfuerzo innecesario. Lo ideal es poner punto muerto y pie fuera del pedal. Tu embrague lo agradecerá.

6. Marchas largas a pocas revoluciones

Ir en marchas largas cuando el coche va lento puede parecer que ahorra combustible, pero no siempre es así. Fuerza el motor y hace que trabaje de forma ineficiente. Lo mejor es adaptar la marcha a la velocidad y no tener miedo a cambiar cuando toca.

Así que, ya sabes, escucha a tu coche y así evitarás sustos y más de una visita al taller.

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