Conducir no es solo poner el coche en marcha: implica mantenernos en condiciones físicas y mentales óptimas para garantizar nuestra seguridad y la de los demás. Por eso, la Dirección General de Tráfico (DGT) presta especial atención a la salud de los conductores a la hora de renovar el carnet.
En 2025, la lista de enfermedades que pueden impedir o limitar la renovación se ha actualizado, y conocerla puede marcar la diferencia entre conducir con tranquilidad o enfrentarse a sanciones o restricciones.
No todas las patologías implican la pérdida automática del permiso. Trastornos como ansiedad, depresión, TOC, TDAH o enfermedades neurológicas requieren, antes que nada, un informe médico que certifique que la condición está controlada y no afecta la conducción. Por ejemplo, una persona con ansiedad tratada y estable puede renovar el carnet si se demuestra que su capacidad al volante no se ve comprometida.
Sin embargo, hay enfermedades que exigen especial atención. Las cardiovasculares, como arritmias, infartos o insuficiencia cardíaca, pueden provocar mareos o pérdida de conciencia, limitando reflejos y atención. En el ámbito neurológico, la epilepsia o antecedentes de accidentes cerebrovasculares requieren un control riguroso. La diabetes insulinodependiente, las disfunciones tiroideas o la apnea del sueño, sobre todo si provoca somnolencia diurna, son patologías que también influyen directamente en la seguridad.
Los tratamientos médicos para enfermedades oncológicas o hematológicas pueden generar fatiga, náuseas o disminución de la capacidad cognitiva, afectando la conducción. Además, afecciones del aparato locomotor que limiten el movimiento pueden requerir adaptaciones en el vehículo y condicionan la conducción segura.
En definitiva, renovar el carnet en 2025 significa prestar atención a nuestra salud y asegurarnos de que cualquier condición esté controlada. La evaluación médica personalizada no es un trámite más: es una garantía de seguridad para nosotros y para quienes compartimos la carretera.
