La carretera también es un lugar de trabajo para miles de personas cada día. Sin embargo, la seguridad vial laboral continúa siendo una de las grandes asignaturas pendientes en materia de prevención de riesgos. Una parte muy significativa de los accidentes laborales, incluidos los mortales, tiene lugar durante desplazamientos relacionados con el trabajo, ya sea en trayectos de ida y vuelta al trabajo o durante la jornada.
Los accidentes más preocupantes son los que se producen en el camino entre el domicilio y el lugar de trabajo. La rutina, las prisas, la presión por llegar a tiempo o la falta de descanso convierten estos trayectos cotidianos en situaciones de riesgo que muchas veces se subestiman, pese a su elevada siniestralidad. Ante este escenario, resulta evidente que la seguridad vial no puede abordarse únicamente desde el cumplimiento de las normas de tráfico. Es necesario un cambio de enfoque que sitúe a las organizaciones como actores clave en la prevención. Las empresas influyen de forma directa en cómo, cuándo y en qué condiciones se desplazan sus trabajadores, por lo que integrar la seguridad vial en la cultura corporativa es una cuestión de responsabilidad y también de sostenibilidad. La gestión del riesgo vial laboral pasa por actuar sobre varios frentes: - El factor humano sigue siendo determinante: el consumo de alcohol u otras sustancias, la fatiga, las distracciones la velocidad inadecuada están detrás de muchos siniestros. Frente a ello, la formación continua, la concienciación y la adopción de políticas claras son herramientas eficaces para reducir riesgos.
- El vehículo también desempeña un papel esencial. Contar con flotas seguras, bien mantenidas y equipadas con sistemas avanzados de asistencia a la conducción contribuye a minimizar las consecuencias de un error humano. A esto se suma la importancia de planificar rutas más seguras y realistas, teniendo en cuenta el estado de las vías y las condiciones del entorno.
Pero la prevención no termina ahí. Medidas como la flexibilización horaria, la reducción de desplazamientos innecesarios, la adaptación de rutas y tiempos a la realidad del tráfico o el fomento del teletrabajo cuando sea posible pueden reducir de forma notable la exposición al riesgo. En los últimos años, se ha avanzado en el reconocimiento de la seguridad vial laboral dentro de las estrategias nacionales de seguridad vial y de salud laboral. Esto ha impulsado la elaboración de planes de movilidad y seguridad vial en muchas empresas, así como la integración del riesgo vial dentro de los planes de prevención. Sin embargo, mientras que las grandes organizaciones suelen disponer de más recursos y estructuras, las pequeñas y medianas empresas encuentran mayores dificultades para implantar estas medidas. Precisamente en este punto, la concienciación y la voluntad adquieren un papel fundamental. La seguridad vial laboral no debería entenderse como un coste, sino como una inversión que protege a las personas, mejora el clima laboral y reduce el absentismo y los costes derivados de los accidentes. En definitiva, los accidentes de tráfico relacionados con el trabajo no son inevitables. Son riesgos que pueden y deben gestionarse. Avanzar hacia una movilidad laboral más segura es una cuestión de conciencia, compromiso y acción colectiva, porque proteger a las personas trabajadoras también implica cuidarlas cuando se ponen al volante.
