Cuando pensamos en seguridad al volante, solemos centrarnos únicamente en el coche: frenos, neumáticos, velocidad… Pero rara vez nos detenemos a pensar en el conductor. Y más concretamente, en su estado emocional. En el artículo de hoy nos detenemos en esta cuestión tan importante a la hora de lanzarnos a conducir.
El estrés, la ansiedad, la tristeza o incluso el exceso de euforia pueden alterar tu forma de reaccionar. ¿Te ha pasado alguna vez que, tras una discusión o un mal día, conduces más rápido, con menos paciencia o sin prestar tanta atención? Es más habitual de lo que parece.
La Dirección General de Tráfico (DGT) recuerda que conducir bajo una fuerte carga emocional puede reducir la concentración, alterar los reflejos y aumentar la agresividad. Y todo esto, en carretera, es una combinación peligrosa en cualquier época del año.
Recomendaciones para cuidar tu salud mental al volante:
- Conduce sólo si te sientes en condiciones. Si estás muy alterado, enfadado o triste, quizá lo mejor sea esperar unos minutos, respirar hondo o dar un pequeño paseo antes de ponerte a conducir.
- Pon música relajante o que te anime. Una buena playlist puede ayudarte a mejorar el ánimo y mantenerte centrado en la carretera.
- Evita discusiones en el coche. Ya sea con quien te acompaña o por teléfono, el coche no es el mejor lugar para los conflictos.
- No descuides tu descanso. Dormir mal también afecta al ánimo y, por tanto, a tu capacidad de conducción.
En definitiva, de la misma manera que no se debe conducir bajo los efectos del alcohol, tampoco deberíamos hacerlo cuando nuestras emociones nos superan. No te expongas a la conducción y cuida tu salud mental.